El liderazgo es una cuestión compleja.
Las personas a las que ayudo habitualmente son gente muy profesional, muy implicadas en su trabajo, que lo quieren hacer bien pero encuentran dificultades en su trabajo como responsables de otras persones.
También es cierto que compruebo, en todas las formaciones que imparto, que muchas personas sienten rechazo por la palabra liderazgo.
- Algunas de ellas, no creen en un liderazgo personal y vertical, prefieren un sistema de liderazgo compartido y distribuido.
- Otras tienen una concepción del líder como personaje carismático, y piensan en referencias del ámbito político o deportivo, con las cuales tienen poco en común.
- Otras, simplemente sienten que ellas no tienen las características personales, o la habilidad, o las técnicas, para considerarse líderes.
Por lo tanto, quiero aclarar que, cuando aquí hablo de liderazgo, hablo del rol y también de la capacidad, de ciertas personas o grupos de personas, para hacer que las cosas pasen, para lograr objetivos no sólo directamente, sino a través o con la ayuda de otras personas. Y por ello, el liderazgo contiene dos aspectos básicos:
- El qué: los objetivos a conseguir. El liderazgo implica tener una visión de dónde llegar, y cuál es el mejor camino para llegar a ese destino. Esto implica capacidad para visionar de forma amplia y estratégica, implica la capacidad de pasar de la visión a la acción, implica toma de decisiones.
- El cómo: la manera en que se llegará a ese destino. Siempre que hay personas implicadas, hay que hablar del cómo: cómo transmitimos esa visión de cómo será ese destino deseado, cómo conseguimos mantener motivadas a las personas implicadas, cómo nos comunicamos con la diversidad de personas a nuestro alrededor, cómo tratamos las discrepancias, las sensibilidades distintas, los conflictos; cómo resolvemos los distintos problemas y retos, cómo generamos el cambio necesario sin demasiados traumas.
Y esta complejidad requiere un crecimiento continuado por parte de las personas que asumen la responsabilidad de coordinar, dirigir, gestionar, liderar proyectos y a otras personas.
Porque la primera victoria que tienes que lograr es la de gestionarte a ti mismo/a, autoliderarte, gestionar tus propias emociones, ser consciente de tus propias trampas y tentaciones. Saber cómo tu comportamiento impacta en los demás. Entender que cuando tienes dificultades con algunas personas, seguramente tienes que cambiar algo en ti. El ejercicio de liderazgo requiere consciencia y valor.
Para mí, el ejercicio del liderazgo es una de las maneras más potentes de crecer, también como persona. Es un ejercicio apasionante y valioso, que deja una huella en ti y en los demás.